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Moderador del foro: Sol  
"El desafío de la creación"
SolFecha: Sábado, 2010-03-27, 01:26 | Mensaje # 1
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Los invito a leer estas palabras del escritor mexicano, a fin de que podamos debatir sobre las mismas:

"Desgraciadamente yo no tuve quién me contara cuentos; en nuestro pueblo la gente es cerrada, sí, completamente, uno es un extranjero ahí.

Están ellos platicando; se sientan en sus equipajes en las tardes a contarse historias y esas cosas; pero en cuanto uno llega, se quedan callados o empiezan a hablar del tiempo: "hoy parece que por ahí vienen las nubes..." En fin, yo no tuve esa fortuna de oír a los mayores contar historias: por ello me vi obligado a inventarlas y creo yo que, precisamente, uno de los principios de la creación literaria es la invención, la imaginación. Somos mentirosos; todo escritor que crea es un mentiroso, la literatura es mentira; pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación.

Considero que hay tres pasos: el primero de ellos es crear el personaje, el segundo crear el ambiente donde ese personaje se va a mover y el tercero es cómo va a hablar ese personaje, cómo se va a expresar. Esos tres puntos de apoyo son todo lo que se requiere para contar una historia: ahora, yo le tengo temor a la hoja en blanco, y sobre todo al lápiz, porque yo escribo a mano; pero quiero decir, más o menos, cuáles son mis procedimientos en una forma muy personal. Cuando yo empiezo a escribir no creo en la inspiración, jamás he creído en la inspiración, el asunto de escribir es un asunto de trabajo; ponerse a escribir a ver qué sale y llenar páginas y páginas, para que de pronto aparezca una palabra que nos dé la clave de lo que hay que hacer, de lo que va a ser aquello. A veces resulta que escribo cinco, seis o diez páginas y no aparece el personaje que yo quería que apareciera, aquél personaje vivo que tiene que moverse por sí mismo. De pronto, aparece y surge, uno lo va siguiendo, uno va tras él. En la medida en que el personaje adquiere vida, uno puede, por caminos que uno desconoce pero que, estando vivo, lo conducen a uno a una realidad, o a una irrealidad, si se quiere. Al mismo tiempo, se logra crear lo que se puede decir, lo que, al final, parece que sucedió, o pudo haber sucedido, o pudo suceder pero nunca ha sucedido. Entonces, creo yo que en esta cuestión de la creación es fundamental pensar qué sabe uno, qué mentiras va a decir; pensar que si uno entra en la verdad, en la realidad de las cosas conocidas, en lo que uno ha visto o ha oído, está haciendo historia, reportaje.

A mí me han criticado mucho mis paisanos que cuento mentiras, que no hago historia, o que todo lo que platico o escribo, dicen, nunca ha sucedido y es así. Para mí lo primero es la imaginación; dentro de esos tres puntos de apoyo de que hablábamos antes está la imaginación circulando; la imaginación es infinita, no tiene límites, y hay que romper donde cierra el círculo; hay una puerta, puede haber una puerta de escape y por esa puerta hay que desembocar, hay que irse. Así aparece otra cosa que se llama intuición: la intuición lo lleva a uno a pensar algo que no ha sucedido, pero que está sucediendo en la escritura.
Concretando, se trabaja con: imaginación, intuición y una aparente verdad. Cuando esto se consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer: el trabajo es solitario, no se puede concebir el trabajo colectivo en la literatura, y esa soledad lo lleva a uno a convertirse en una especie de médium de cosas que uno mismo desconoce, pero sin saber que solamente el inconsciente o la intuición lo llevan a uno a crear y seguir creando.

Creo que eso es, en principio, la base de todo cuento, de toda historia que se quiere contar. Ahora, hay otro elemento, otra cosa muy importante también que es el querer contar algo sobre ciertos temas; sabemos perfectamente que no existen más que tres temas básicos: el amor, la vida y la muerte. No hay más, no hay más temas, así es que para captar su desarrollo normal, hay que saber cómo tratarlos, qué forma darles; no repetir lo que han dicho otros. Entonces, el tratamiento que se le da a un cuento nos lleva, aunque el tema se haya tratado infinitamente, a decir las cosas de otro modo; estamos contando lo mismo que han contado desde Virgilio hasta no sé quienes más, los chinos o quien sea. Mas hay que buscar el fundamento, la forma de tratar el tema, y creo que dentro de la creación literaria, la forma -la llaman la forma literaria- es la que rige, la que provoca que una historia tenga interés y llame la atención a los demás.

Conforme se publica un cuento o un libro, ese libro está muerto; el autor no vuelve a pensar en él. Antes, en cambio, si no está completamente terminado, aquello le da vueltas en la cabeza constantemente: el tema sigue rondando hasta que uno se da cuenta, por experiencia propia, de que no está concluido, de que algo se ha quedado dentro; entonces hay que volver a iniciar la historia, hay que ver dónde está la falla, hay que ver cuál es el personaje que no se movió por sí mismo. En mi caso personal, tengo la característica de eliminarme de la historia, nunca cuento un cuento en que haya experiencias personales o que haya algo autobiográfico o que yo haya visto u oído, siempre tengo que imaginarlo o recrearlo, si acaso hay un punto de apoyo. Ése es el misterio, la creación literaria es misteriosa, y uno llega a la conclusión de que si el personaje no funciona, y el autor tiene que ayudarle a sobrevivir; entonces falla inmediatamente. Estoy hablando de cosas elementales, ustedes deben perdonarme, pero mis experiencias han sido éstas, nunca he relatado nada que haya sucedido; mis bases son la intuición y, dentro de eso, ha surgido lo que es ajeno al autor.

El problema, como les decía antes, es encontrar el tema, el personaje y qué va a decir y qué va a hacer ese personaje, cómo va a adquirir vida. En cuanto el personaje es forzado por el autor, inmediatamente se mete en un callejón sin salida. Una de las cosas más difíciles que me ha tocado hacer, precisamente, es la eliminación del autor, eliminarme a mí mismo. Yo dejo que aquellos personajes funcionen por sí y no con mi inclusión, porque entonces entro en la divagación del ensayo, en la elucubración; llega uno hasta a meter sus propias ideas, se siente filósofo, en fin, y uno trata de hacer creer hasta en la ideología que tiene uno, su manera de pensar sobre la vida, o sobre el mundo, sobre los seres humanos, cuál es el principio que movía las acciones del hombre. Cuando sucede eso, se vuelve uno ensayista. Conocemos muchas novelas-ensayo, mucha obra literaria que es novela-ensayo; pero, por regla general, el género que se presta menos a eso es el cuento. Para mí el cuento es un género realmente más importante que la novela porque hay que concentrarse en unas cuantas páginas para decir muchas cosas, hay que sintetizar, hay que frenarse; en eso el cuentista se parece un poco al poeta, al buen poeta. El poeta tiene que ir frenando el caballo y no desbocarse; si se desboca y escribe por escribir, le salen las palabras una tras otra y, entonces, simplemente fracasa. Lo esencial es precisamente contenerse, no desbocarse, no vaciarse; el cuento tiene esa particularidad; yo precisamente prefiero el cuento, sobre todo, sobre la novela, porque la novela se presta mucho a esas divagaciones.

La novela, dicen, es un género que abarca todo, es un saco donde cabe todo, caben cuentos, teatro o acción, ensayos filosóficos o no filosóficos, una serie de temas con los cuales se va a llenar aquel saco; en cambio, en el cuento tiene uno que reducirse, sintetizarse y, en unas cuantas palabras, decir o contar una historia que otros cuentan en doscientas páginas; ésa es, más o menos, la idea que yo tengo sobre la creación, sobre el principio de la creación literaria; claro que no es una exposición brillante la que les estoy haciendo, sino que les estoy hablando de una forma muy elemental, porque yo les tengo mucho miedo a los intelectuales, por eso trato de evitarlos; cuando veo a un intelectual, le saco la vuelta, y considero que el escritor debe ser el menos intelectual de todos los pensadores, porque sus ideas y sus pensamientos son cosas muy personales que no tienen por qué influir en los demás ni hacer lo que él quiere que hagan los demás; cuando se llega a esa conclusión, cuando se llega a ese sitio, o llamémosle final, entonces siente uno que algo se ha logrado.

Como todos ustedes saben, no hay ningún escritor que escriba todo lo que piensa, es muy difícil trasladar el pensamiento a la escritura, creo que nadie lo hace, nadie lo ha hecho, sino que, simplemente, hay muchísimas cosas que al ser desarrolladas se pierden."


Tal como habrán podido notar, Rulfo tiene su propia metodología a la hora de sentarse a escribir. Demás está decir que para esto (como para nada que esté vinculado con el arte) hay reglas precisas y estandarizadas, afortunadamente, nuestras letras son nuestras y son libres.
Bien sabemos que hay escritores que trazan un "plan de acción" a seguir, un mapa de personajes y circunstancias que muchas veces siguen al pie de la letra y muchas otras se ven forzados a retocar conforme van escribiendo. Y habemos otros (entre quienes me incluyo) que nos sentamos a escribir sin tener la más mínima idea de sobre qué lo haremos. A medida que vamos tecleando le vamos dando vida a esos desconocidos personajes mientras les trazamos un perfil psicológico, una postura política, una calidad emocional, un entorno, etc.
La idea es que podamos debatir sobre ello, sobre cómo cada uno desarrolla sus textos y cuál es el veneficio que considera que obtiene con este proceder.
Creo que esta es la mejor manera de presentarnos en un espacio justamente dedicado a un fin tan alucinante como la prosa y la narrativa.

 
FelisFecha: Sábado, 2010-03-27, 20:46 | Mensaje # 2
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Hola, Sol. Muy bueno el texto de Rulfo. Es difícil no leerlo atentamente con respeto y admiración.
Pero también es sabido que cada autor, cada persona a la que le gusta escribir, tiene su propio método de creación. Casi no hay escritor famoso que no lo haya plasmado por escrito y se tengan sus modelos de composicion como modelo o como objeto de estudio. Me vienen a la memoria ahora Edgar Alan Poe, Gustavo Adolfo Bécquer, Horacio Quiroga, por nombrar a los que más influyeron en mí.
Y desde mi modesta posición de aficionado a la escritura, me permito aportar a este espacio mi experiencia de escritura. Vale decir previamente que no me considero escritor (no vivo de ello ni hago de ello el motivo de mi vida) pero me apasiona inventar o trabajar sobre hechos reales y recrearlos.
Comparto con Rulfo que escribir es un asunto de "trabajo" pero yo sí creo en la "inspiración". Si no siento primero esa sensación de tener ganas de decir algo, no puedo sentarme enta la hoja en blanco y escribir porque sí. Pero cuando esas ganas me vienen al alma, doy rienda suelta a todo lo que surge, de corrido, como "escupiendo" palabras, hasta tener una mínima idea del tema de la historia. Una vez obtenido ese bosceto en mano, vienen dos, tres, muchas reescrituras más en las que poco a poco van tomando forma la historia, los personajes, los lugares. Y cuando creo terminado el texto (sea un cuento o una novela) sé que hay infinitas correcciones por hacer.
No tengo la suerte de haber publicado algo alguna vez, por lo que mis textos serán eternamente corregidos hasta quién sabe cuándo.
Estoy de acuerdo con Rulfo cuando dice que escribir es un hecho individual, no colectivo. Nunca probé (ni creo poder hacerlo) escribir una historia con otra persona. Pero reconozco que he leído obras colectivas que son a mi entender fantásticas, como las creadas por Borges y Bioy.
Si hay algo que no logro hacer completamente -como lo hace Rulfo- es no meterme en la historia o simplemente mirarla desde lejos. Mis escritos siempre tienen algo mío, una mirada, una vivencia, una idea. No sé si es bueno o malo. Miguel de Unamuno sostenía -palabra más, palabras menos- que escribía sobre sí mismo porque era la persona que tenía más a mano.
No creo en una receta única para la creación literaria. Hay tantas como personas que escriben. Y todas son respetables. Algunos lo harán mejor que otros, algunos serán más originales que otros, pero todos buscan volcar al papel esa creación propia y original que no es fácil de encontrar.
 
SolFecha: Domingo, 2010-03-28, 00:11 | Mensaje # 3
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Felis, ante todo, me alegra muchísimo que estés acá, sé que tus conocimientos en la materia son sumamente elevados y que tus aportes siempre serán de esta calidad.
Tal como decís, no hay recetas para crear y afirmo con convicción que eso es lo más estimulante de la escritura.
Disiento con vos en el concepto de "escritor" (pese a que no hay, lógica y afortunadamente, una idea estandarizada al respecto). Creo que quienes gozamos del arte de escribir podemos considerarno tales, porque como sabrás, hoy por hoy (y particularmente en nuestro país) es muy dificil llegar a publicar obras sin concurso mediante (siempre que el mismo no esté "acomodado") o la posición economica del autor lo avale.
Yo también considero a la inspiración como un elemento imprescindible.
El tema de las correcciones veo que también lo compartimos, y creo (como autocrítica) que es un importante impedimento. Hace poco me encontraba terminando una novela que tenía que entregar el 15 de Marzo. Era 14 y aún no la había impreso por darle todas esas vueltas. Lo ideal sería poder darle el corte necesario en un determinado momento, por que sino se vuelve exactamente eso, una corrección eterna.
En cuanto a meterse en la historia, también me sucede lo mismo que a vos. De hecho, si cuando escribo algo no lo estoy viviendo (aunque mas no sea desde la omnisencia), lo elimino sin escrúpulos. Eso sí, yo, en prosa, jamás escribo sobre mí misma (aunque de vez en vez aparece algún elemento personal).
Muchas gracias por tu aporte tan rico.
 
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