El tiene 20, ella 40 pero, en la cama, no se nota ésa diferencia.
La ropa en el piso la cama revuelta y entre beso y beso el deseo se eleva.
Las manos que vuelan los cuerpos que tiemblan los suspiros que, de susurros, la habitación llenan.
Ella, ya es madura él, recién comienza a llenar su libro de propias vivencias
pero en ése instante no hay hora más cierta que la de sus cuerpos que se complementan.
El, que la desea ella, que lo anhela y el sublime instante que se acerca.
El vaivén de cuerpos que el ritmo acelera y el orgasmo que al unísono ambos experimentan...
El paraíso no reconoce diferencias, al amor no le importan el calendario ó la fecha.
Qué más da que él tenga 20 y ella 40 si a la hora de amar las pieles se reconocen plenas...
si a la hora de amar las almas se saben eternas... Marzo 2010
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