-Mamá, ¿como sabré si encontré a mi amor? -Lo sabrás hijo, sera aquella que bese tus ojos...
En una de mis largas caminatas, descubrí aquel pequeño café, discreto y pulcro, y lo atesoré como uno de mis mejores descubrimientos, por lo que consideré que ningún lugar sería mejor que ese para ser testigo de aquella cita. Mi cita, esa que llegó casi de casualidad, como el pequeño café, impensadamente, fruto de aquellas palabras en el chat...nos llevamos tan bien, me gustaría conocerte. Fue como un ramalazo, que me puso frente a esta realidad cibernética que nos toca vivir, tenemos conversaciones que casi tocan lo íntimo, y no nos hemos visto nunca. La idea me resultaba atrayente, pero no forcé su concreción, dejaba evolucionar los momentos con aquella mujer, gratos momentos, y parece mentira, sin rostro, pero tan conocida. - ¿...no tienes curiosidad de saber como soy?, y ella parecía adivinar mis pensamientos, si, lo deseaba, pero, ¿como me imaginaría ella?. Así, sin apuros ni insistencias, al fin quedamos en encontrarnos en mi lugar favorito...ya tenía una cita a ciegas. Llegué mucho más temprano que la hora acordada, y mientras la taza de café rodaba entre mis manos, pensaba, habría hecho bien?, y si la perdía, me agradaba estar con ella, mucho, y parecía que a ella también estar conmigo, ¿pero como seria la realidad ?. Este encuentro no sería como los otros y sentía algún recóndito temor, cosa que no me sucedía en los que frecuentábamos tener en el salón del chat. No dejaba de mirar hacia la puerta, y a la hora acordada ésta se abrió para dejar paso a una figura femenina, no muy alta, de cortos cabellos castaños, y ojos color miel ...bonita pensé, mas de lo que imaginaba. Con una rápida mirada recorrió el lugar, descubriéndome en el rincón junto a la ventana, cosa que no fue difícil, ya que era el único cliente allí. Se encaminó hacia mi, y yo me paré para recibirla, tomando su abrigo mientras decía...hola, siéntate, ¿que deseas tomar?. -Lo sabes, café...y mientras me alejaba de ella para hacer el pedido, sentí dos puñales clavados en mi espalda. Al regresar a la mesa, sinceramente, no sabía por donde comenzar, y como un adolescente dije, ¿como estas?, y me arrepentí de inmediato de mi torpeza... -yo, muy bien, ¿y tu?...efectivamente, así no avanzaríamos en la relación por lo que decidí tomar la iniciativa. -¿Desilusionada?. -no...no... -Ummm, ese no...creías que era, como decirte...menos maduro? -Si, ...no, no, perdón, no, bueno...y una sonrisa afloró en mis labios al ver ruborizarse ese hermoso rostro. Como decirle que había tratado de evitar aquella cita...que no quería perderla. A partir de allí, la conversación se fue normalizando, hasta llegar a ser como siempre, casi como siempre, y que rápido corrían las agujas del reloj al lado de esa mujer, que a prisa volaba el tiempo...y no se había agotado la charla, cuando surgió lo inevitable. -Cuéntame, ¿te encuentras enamorado?... mire sus ojos y le respondí...¿y tu?. -Según tu concepto que el verdadero amor es el que te ha besado los ojos...no, si es así, nunca lo he vivido... Se produjo un silencio en el que cada uno de nosotros volvimos a nuestros personales recuerdos, y yo no quería eso... -¿que te parece?...¿caminamos un rato? -Me encanta dijo poniéndose de pie. Me pare junto a ella sosteniendo su abrigo, mientras hacía un esfuerzo tremendo para no tomarla en mis brazos...y besarle los ojos.
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