Duro como el rinoceronte soy, hasta mis lagrimas, cuando resbalan sobre mi piel, son pesadas como piedras.
Y mi sonrisa, !Ay mi sonrisa!, donde da, atina, donde toca, topa, donde la ven, es divina, y si la tocan alucinan, porque se vuelve humana y loca.
Y mi forma de ser, una característica más, más geométrica que matemática, más física que química, todo lo que compone, lo embriaga en dudas y porqués, todo lo que alumbra, lo enriquece con un aroma como de café.
Y mi mirada, que podía decir de ella, que ve princesas en castillos, corazón que lanzan cupidos, almas sobrecargadas de promesas, manos tiernas que masajean el instinto, pies que caminan sobre un aire perfumado, horizontes que se desplazan, hasta el infinito.
Y mi corazón, con dos válvulas de escape, según dicen con hasta otras dos de entrada, que late cuando vive, que muere cuando no ama, que va al compás del tic tac, que juega al va y viene y que viene y se va.
Autor: Fco. Peiró Gimenez. © todos los derechos reservados
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