Este mundo puede resumirse en tan solo una imagen, por mas pretencioso que eso suene. Es reluciente por fuera, brillante, lleno de atracciones, mujeres, y claro, televisión. Pero si uno mira de cerca, bien cerca, este sistema se está corrompiendo. Se cae a pedazos la máscara, y las cascaras revelan la podredumbre interior. Se corroe, se quiebra, se raja la pared que divide y suele contener (nos). Es como entrar a un hotel 5 estrellas, radiante, con luces blancas que ciegan, limpieza y pulcridad en exceso, que dan vómitos, asco. También hay sonrisas, paredes de cartón, plantas artificiales, exclusivísima gastronomía, nombres compuestos, teléfonos no tanto, y serviciales esclavos con un franco semanal. En verdad ese hotel con nombre foráneo en territorio nacional, es manejado, regulado, regenteado, por ratas, de las grandes, inmundas, infectas, desaliñadas. Ratas que tienen todas las llaves y conocen todos los secretos. Nos observan por nuestras mirillas. Están allí cuando nos bañamos (desde la rejilla de ventilación), allí cuando nos acostamos y allí a la hora de desayunar. Ratas urgentes, transpirando, llevando el pulso del lugar, hinchando sus venas, latiendo al compas y haciendo latir. Es como pasar al cuarto de limpieza, donde todos son como vos, o inclusive peor, y descubrís para tu agrado, que a ellos también, el mundo se les cae a pedazos. Es como caminar por cualquier gran avenida, y sentir los tentáculos de las grandes tiendas pulpo, tratando de atraparnos, para luego conocer sus depósitos, sucios, llenos de caos, desorden, mierda. Caos interior para el "orden" exterior. (Nota mental: que difícil es caminar hoy día por Buenos Aires, cada vez más largos sus tentáculos, cada vez más cerca de la calle debemos caminar. Estamos fritos). Es tan simple que no lo podemos ver. Si tan solo nos acercáramos, si tan solo diéramos una segunda mirada... quizás, seguramente, podríamos. Si tan solo nos alejáramos, Si tan solo nos viéramos desde lejos (muy lejos) A todos, A todo. Como mirar edificios elegantes desde el cielo, y ver todo lo que los demás no ven, sus balcones carcomidos por las lluvias, la inclemencia del agua, las bacterias, los insectos, el moho, la humedad... el maldito paso del tiempo. Si lo viéramos, maldita incapacidad, sabríamos que el mundo entero se cae pedazos... y estamos, yo diría, acabados. Danilo Gatti http://www.unfrioyrotoaleluya.blogspot.com
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