Te pareces a todo, a la luz a la sombra, a la vida a la muerte, al camino ya andado, al sendero por andar, al camino de la lluvia, al vuelo incesante de la luna, a los juegos eróticos del viento, al profundo abismo, al breve poema que oculta pasiones, a las nubes que copulan en silencio refugiadas en la noche, en la oscuridad… Al fruto maduro que al acariciarlo, expande su olor. A la miel y a la hiel, a las flaquezas que brotan por la piel como raíces, al sueño fugaz, a la nostalgia, a la calida brisa, a la caricia viva, a la caricia fuego que enciende la piel. A la gota que apaga el incendio, a las aguas turbulentas a un remanso de paz… Te pareces a todo, a lo mundano y a lo sacro. Al frescor de la pradera, a la resequedad del desierto, al veneno mortal y al elixir de amor. A la inmensidad del mar, al diluvio universal. A la tristeza a la alegría, al poderío del trueno. Al silencio que rasguña, a la soledad que lacera sin piedad. A lo cierto y a lo incierto, al todo por todo, al todo por nada, a un lobo solitario, a un águila en libertad, Te pareces a todo y a nada… a un principio a un final…
María Jiménez V.
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