Cada día renazco en este mundo...
amaneciendo entre nubes de tela
y sueños dejados en la almohada...
cortando el cordón umbilical que a la cama me une.

Renazco en reflexiones varias...
Entre lamentos cotidianos,
y esperanzas de cambiar algo... todo.

En el liquido amniótico
que alimenta mi vida
Y da sentido a mí existir.

Cada día en la misma habitación...
y el mismo baño, el mismo espejo,
Con la misma cara que siempre me mira,
mientras llega a su cita el bostezo de siempre.

grito silencioso de valiente anarquía...
¡ me asesina esta rutina!, ¿o acaso me domina?...
me pregunto mientras me afeito con esta cuchilla,
que es renacer cada día... en este mundo de locura.

y mientras el mismo reloj de siempre,
criticando los segundo y minutos
que mi destino va desgastando
entre tics y tacs de su incansable caminar.

¡Tu tiempo se acaba, date prisa!
¿A que esperas para cambiar algo?...
o cambiarlo todo.
¡Ya es tarde! no tienes tiempo... ¡te toca vivir!.

Cada día renazco en este mundo
de terceros... para vivirlo en primera,
y sentir en segunda...
como en contracciones de mi realidad.

Que me hacen deslizarme por las calles,
Como en la matriz que me dio la vida,
Forzado el camino hacia lo desconocido.

Ciego... entre los extraños que me miran,
sin mirarme en esta oscuridad cristalina...
de Soledades acompañadas por un latir silencioso.

Cada día renazco en este mundo...
Para volver a morir cada noche.

© David Valdés Belinchón